Monday, March 16, 2009

EL TORMENTO COMO ELEMENTO DESTRUCTOR: EL DESALOJO.



Las personas que conocieron a Josefa, siempre la identificaron como una mujer fuerte, extremadamente activa, servicial y trabajadora. Es difícil imaginar esa enérgica mujer postrada en una cama dependiendo de terceros para poder comer, vestirse, bañarse y realizar sus necesidades fisiológicas.

Durante su convalecencia, Josefa manifestaba temor y angustia por las constantes amenazas de internarla en un ancianato proferidas por Elizabet. Tristemente, los últimos días antes de ser desalojada de su hogar, Josefa presenciaba desde su cama, sin poder moverse, el empaquetamiento de sus objetos personales y la remoción de los muebles de su cocina. Se estaba preparando su casa para los nuevos moradores de la misma. Josefa tenía conocimiento que la hija de la misionera Elizabet Camero de Artigas, junto a su esposo e hija, iban a habitar su casa donde llevaba viviendo décadas. Al conocer las amenazas de desalojo, llamamos a Josefa y le dijimos que no aceptara que la desalojaran de la casa. Confiando en su persona, y también a pedido de Josefa, el hermano de Josefa llamó al abogado Samil López, actualmente Juez de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil del Estado Aragua, para que le informara la situación real de su hermana Josefa, él le dijo que se informaría y lo llamara nuevamente. Posteriormente, cuando el hermano de Josefa volvió a llamar, el anteriormente mencionado abogado López le informó que Josefa estaba bien y que le buscarían una persona para que le atendiera en su casa. Pasados unos días, el hermano de Josefa la llamó y, contrario a lo que le informó el abogado, Josefa le dijo muy presionada que tenía que salir de la casa y que ella le avisaba. Como le habían venido anunciando semanas antes, las amenazas fueron cumplidas y Josefa fue desalojada de su casa, la cual fue ocupada de inmediato, como estaba previsto, por la hija de Elizabet. Con el objeto de tranquilizarnos Elizabet nos informó que con la autorización de Josefa, ella alquilaría la casa de Josefa para pagar el ancianato donde estaba internada. ¿Se la alquiló a su hija?... Desde la distancia, fuera de Venezuela, nosotros nos hicimos muchas preguntas, pero volvimos a confiar en las decisiones que Elizabet estaba tomando, pensando que lo hacía en el mejor interés y bienestar de Josefa. Hasta ese momento, nosotros ignorábamos que las negociaciones hechas por las dos misioneras, Verla Peterson y Elizabet Camero de Artigas, constituían el regalo de las propiedades a Elizabet, con la condición de que atendiera a Josefa en todas sus necesidades hasta su muerte. Esta información fue dada por la misionera Verla en llamada telefónica que le realizamos, enfatizando ella que esta atención y cuidado a Josefa debía hacerlo Elizabet Camero de Artigas, amplia y absolutamente sin solicitar ningún tipo de ayuda a ninguna persona o institución. Nunca se nos ocurrió pensar que una misionera evangélica de larga trayectoria, como es el caso de la misionera Elizabet Camero de Artigas, no se sensibilizaría ante la situación de un ser humano necesitado como una anciana desvalida y a la cual ella estaba obligada a atender, pues esas fueron las condiciones del regalo que ella aceptó. Eso nos recuerda al sacerdote, al levita y al buen samaritano. Una vez enterados del desalojo de Josefa, nosotros le preguntamos a Elizabet acerca del lugar donde había sido trasladada, con la intención de continuar la comunicación con ella. Fue entonces cuando Elizabet nos informó que durante la primera semana Josefa no debía recibir visitas ni llamadas, para que se acostumbrara a su nueva vida. También Elizabet en esta ocasión expresó que Josefa estuvo llorando mucho durante su desalojo y traslado al supuesto "ancianato". El aislamiento es maltrato, pero todavía continuábamos creyendo en la buena voluntad de Elizabet; sin embargo, nos embriagaba una mezcla de sentimientos donde el desconcierto, dolor y la impotencia nos impedía decidir que rumbo tomar con relación a Josefa.